En ese pasillo frío, se escuchaba lejanamente llover, los árboles alborotados, el crujido del columpio que se movía con el viento, el perro que guardaba la casa, ladraba sin desconsuelo, y ella se preguntaba que estaba pasando...Cuando de repente, con toda precaución, abrió la puerta y descubrió que el marido había dejado el aire acondicionado puesto.
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